Una
de las razones por las que soy escéptico con el tema del calentamiento global
es por la incoherencia de sus apologetas. Como Al Gore, que viaja de cumbre
medioambiental a cumbre mediambiental en su reactor privado, cuando no está
descansando en esa mansión que consume más electricidad que una ciudad pequeña;
o como Barack Obama, que alerta contra el descongelamiento de los casquetes
polares pero se compra una mansión en primera línea de playa.
O
como Greta Thumberg, que aúlla que alguien le ha robado su infancia, pero que
ahora se ha registrado como marca (si
alguien va a ganar dinero con mi nombre, ¿por qué no voy a ser yo misma?,
ha debido pensar). O como una candidata a la nominación presidencial estadounidense
por el partido demócrata, una tal Warren, a la que han pillado en un reactor
privado (¿de qué me suena eso?) mientras alerta sobre la catástrofe climática
(de nuevo me suena familiar).
Lo
dicho: con defensores como éstos, ¿para qué hacemos falta los detractores?
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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