El debate sobre la eutanasia es uno de esos, como sobre el aborto o la pena de muerte, en el que la mayoría de los participantes opina sólo en el campo teórico. Afortunadamente, son minoría las personas que abortan, las que cometen crímenes tan horrendos que te hacen preguntarte si no estaríamos mejor todos con ellos muertos… o las que se ven enfrentadas al duro trance de tener que plantearse si no es mejor que alguien a quien quieres deje de sufrir de una vez.
Digo
esto para que quede claro que hablo desde la teoría. Nunca se me ha planteado
tener que decidir sobre si alguien a quien conozco abortara o me pidiera que le
ayudara a morir. Sin embargo, hace tiempo que decidí no defender la pena de
muerte -por más que siga pensando que ejecutar a algunos miserables sería ser
demasiado misericordioso con ellos-, por la misma razón por la que me opongo,
por principio y en principio, al aborto y a la eutanasia: coherencia.
En
efecto, si uno se declara creyente -y yo lo hago-, debe aceptar que es Dios
quien nos da la vida y que sólo Él puede quitárnosla. Por más que no alcancemos
a comprender determinadas situaciones o padecimientos -los designios del Señor
son inescrutables, ya se sabe-, no debemos atribuir a nadie -una persona, un
médico, la sociedad, el gobierno- el poder decidir sobre cuándo y cómo acabar
con ellos. Muchos dirán -como con la ley del aborto, o del sedicente matrimonio
homosexual- que el que algo sea legal no obliga a realizarlo. De acuerdo: pero
el que no sea ilegal sí que permite realizarlo (confieso que esta réplica se me
ha ocurrido sobre la marcha).
Y,
por si todo lo anterior no fuera suficiente, no hay más que aplicar la doctrina
Mafalda. ¿Con ayuda de quién ha sacado adelante el gobierno socialcomunista
-el que es responsable de la muerte de no se sabe cuántos miles de españoles,
muchos de ellos ancianos- su proyecto de Ley de eutanasia? Pues de sus socios
(golpistas, terroristas, recogenueces) y de Ciudadanos (es de suponer
que para que no les metan en el mismo saco que a los fachas del Partido Popular
y Vox, que votaron en contra porque pone
en peligro a los más vulnerables.
Pues eso.
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