Lo más ofensivo de la actuación del desgobierno socialcomunista en relación con la pandemia de la Covid-19 es que nos toman, literalmente, por gilipollas.
Ya
no es sólo que hoy digan una cosa y mañana la contraria para pasado no hacer ni
la una ni la otra. Eso es algo que, tratándose de políticos de izquierdas
españoles, para quien la mentira es, más que una costumbre, un rasgo congénito,
se da por descontado. Es que son capaces de afirmar una cosa y la contraria en
la misma frase y pensar que no nos vamos a dar cuenta.
El
filósofo perico, en tiempo de descuento, ha reconocido por fin que habrá un registro de quienes rechacen vacunarse contra la Covid-19, registro que será
compartido con la Unión Europea. Dice que quedará consignado, pero no es un
documento para hacer público.
Si
vacunarse no es obligatorio, ¿qué sentido tiene registrar a quienes no lo
hagan? Tendría sentido registrar a quienes sí se han vacunado. Y, en todo caso,
el mantener oculto ese registro da a los gobiernos un poder aún mayor del que
ya tienen. Podrá discriminarse a quienes han decidido no acogerse a una medida
no obligatoria; es decir, que de hecho se está penalizando a la gente si no
hace algo a lo que no está obligada.
Por ello, y por mucho más…
No hay comentarios:
Publicar un comentario