Desde hace un tercio de siglo largo, el Conejo General del Joder Judicial ha sido, o ha dado esa impresión, una correa de transmisión de la partitocracia imperante en el sistema político español. Pero, aparentemente, todo tiene un límite; y, también aparentemente, ese límite se ha alcanzado.
Porque las
formas -los objetivos no han variado, y se reducen a uno, que es controlar la Administración
(y la administración) de Justicia- son tan groseras, el descaro tan acentuado
-tanto, que no se veía desde el guerriano Montesquieu ha muerto-, que
parecen haber colmado la generosa copa de la tolerancia judicial.
Y ante la
ofensiva del desgobierno socialcomunista que tenemos la desgracia de padecer,
el CGPJ prepara su contraofensiva recurriendo a lo único que parecen temer los
psicópatas que nos oprimen, al primo de Zumosol de España, a Europa,
ante la que acusan al gabinete ninisterial de querer colonizar la
Justicia.
Esperamos que la contraofensiva tenga éxito. De lo contrario, estamos apañados.
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