Hablando un poco tongue in cheek, que dirían los angloparlantes, creo que me acabo de dar cuenta de por qué el desgobierno socialcomunista no recurrió a un comité de expertos que le asesorara en la toma de decisiones en relación con la pandemia.
Y
digo que no recurrió porque si alguien se cree que la pandilla que han
mencionado como integrantes de ese supuesto comité formaban verdaderamente
parte del mismo, son expertos en algo (no hay más que ver al que los dirige, el
portacoz científico del desgobierno: cualquiera con un poco de expertitud
-que diría la indocta egabrense- y unas gotas de vergüenza habría dimitido ipso
facto) y, sobre todo, asesoraban a quienes, henchidos de infundada soberbia -la
soberbia suele ser infundada, pero ¿a que la expresión me ha quedado rotunda?-,
no admiten más opinión que la propia, mejor que se lo haga mirar (parece un non
sequitur, pero el hilo lógico de la frase es si alguien se cree bla bla
bla, mejor que se lo haga mirar).
Bien,
la razón para no crear ese comité, digo, es que con el tiempo podía salirles
rana. A alguno podía darle un ataque de dignidad, o de orgullo herido, o de
resentimiento, y hacer lo que ha hecho el epidemiólogo Oriol Mitja, que
asesoraba al gobierno regional catalán y que ahora insta a denunciar a sus ex
asesorados porque considera que la falta de medidas llevará la tensión
hospitalaria al límite, y que quien recurra a los tribunales contará con
informes favorables.
Por ello, y por mucho más…
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