La verdad es la verdad, dígala Agamenón o su porquero. Lo que ocurre es que suele decirla más a menudo el monarca micénico que el pastor de suidos, y no hablemos ya de éstos.
Por
eso, y aún admitiendo que Vox fuera un partido de extrema derecha -que no lo
es, salvo en el sentido de estar a la derecha en el muy escorado a la izquierda
espectro político español-, habría que admitir como verdad indubitable que
indultar a los golpistas catalanes supondría blanquear una actuación delictiva,
además de que el Gobierno trasladaría un mensaje de la más absoluta impunidad.
Que tampoco es que preocupe demasiado a los delincuentes en cuestión, que han dicho por activa, pasiva y perifrástica que piensan volver a hacerlo.
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