Si pones a un inútil a cargo de la gestión de algo, aunque ese algo haya ido bien, acabará por ir mal cuando la inercia de la situación favorable previa desaparezca; caso típico, el de Vicente del Bosque como seleccionador español de fútbol, que recogió el fruto del trabajo de Luis Aragonés (ese sí que sabía) y logró un Mundial y una Eurocopa… para estrellarse del peor modo posible cuando las figuras que hacían posible el tiquitaca se fueron retirando o, simplemente, perdieron fuelle.
Si
pones a un sectario, llevará a cabo sus perversos designios con gran eficacia.
Caso típico: Hitler o Stalin, dos sociópatas que exterminaron con letal
efectividad a todos aquellos que se les pusieron por delante, fueran judíos,
ucranianos o polacos.
Pero
si coges a un sectario inútil, o a un inútil sectario, puedes estar seguro de
que tomará decisiones interesadas, pero que además será incapaz de llevarlas a
cabo. Pocas semanas después de que el Congreso de los Diputados aprobase por
una amplia mayoría el Informe de evaluación y reforma del Pacto de Toledo
-un documento que incluye diversas recomendaciones orientadas a reformar el
sistema de pensiones y que ha sido asumido con entusiasmo por el gobierno de
España, que prepara su implementación-, desde la Fundación de Estudios deEconomía Aplicada (Fedea) consideran que tanto la Comisión del Pacto de
Toledo y el gobierno comparten un diagnóstico francamente optimista e
intencionadamente tranquilizador de la situación actual y perspectivas futuras de
nuestro sistema público de pensiones. En su opinión, el actual déficit de la
Seguridad Social se debe por entero a que el sistema soporta una larga serie de
gastos impropios que debería sufragar el Estado y debe verse por tanto como el
resultado accidental de una mala contabilización, y no como un indicio de la
existencia de problemas de sostenibilidad.
Fedea
argumenta que los gastos realmente impropios que el sistema contributivo de
pensiones soporta en la actualidad ascienden, en el mejor de los casos, a
algo menos de la cuarta parte del déficit previsto. Sí habría, por tanto,
motivos para preocuparse por la viabilidad actual del sistema de pensiones y la
estrategia de 'saneamiento' que propone el Gobierno puede ser contraproducente,
porque trasladar el agujero presupuestario a otro sitio reducirá la presión
para abordar sus causas reales.
Por
resumir: el gobierno pretende resolver el problema ofreciendo un cheque en
blanco con cargo a la Administración General del Estado, pero eso sólo creará
las condiciones para que el desajuste siga creciendo hasta convertirse en
inasumible.
O dicho de otra manera: vamos directos al precipicio pero, eso sí, de lo más tranquilos.
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