martes, 26 de enero de 2021

Reflexiones atemporales XXXV: Lo estamos haciendo fatal

Y no me refiero únicamente a las autoridades, unas más que otras como cabe deducir de mi serie de entradas sobre el tema. Me refiero a todos, del primero al último.

Un servidor, por ejemplo, quizá no ha hecho todo lo que debiera. Quiero decir, no voy por ahí sin mascarilla, ni tampoco me voy pegando a la gente; pero tampoco he dejado de hacer las cosas que hago habitualmente: comprar la prensa todos los días, ir a hacer la compra una vez por semana, viajar por sistema en transporte público…

Eso sí, siempre con la mascarilla puesta, porque uno -al menos, este uno- acaba acostumbrándose y no molesta tanto. Además, servidor siempre ha sido tirando a misántropo, así que el no hacer vida social tampoco me ha perjudicado tanto. Evidentemente, hay gente a la que echo de menos, y a la que me gustaría ver, pero más vale prevenir y esperar para poder vernos más tarde en este mundo que más temprano en el otro.

Una cosa muy distinta es lo que vi la semana pasada, volviendo de comprar los periódicos cuando el colapso Filoménico bajó un poco (es decir, cuando se pudo andar por la calle sin miedo a partirse la crisma): la gente sentada en las terrazas de los bares -que también tienen derecho a sobrevivir; me refiero a los negocios-, sin mascarillas, sin respetar la distancia de seguridad, sin respetar el número máximo de personas y -estoy seguro- sin respetar la norma de no mezclar no convivientes.

En parte, la culpa es nuestra, por irreflexivos. Y en parte, la culpa es de las autoridades -empezando por el desgobierno socialcomunista que tenemos la desgracia de padecer-, que en general no han mostrado las consecuencias letales de la pandemia.

Queriendo protegernos -¿o protegerse?-, nos han desprotegido. Evitando que seamos conscientes, nos han vuelto inconscientes.

¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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