En general, los seres humanos, cuando planteamos una cuestión, tendemos a resaltar los puntos que favorecen nuestra postura, mientras que minimizamos -o, directamente, ocultamos- aquellos otros que podrían perjudicarnos.
Los políticos, aunque
despreciables con frecuencia son también seres humanos. Y de entre estos, los
izquierdistas españoles, repugnantes en casi la totalidad de los casos, llevan
al extremo la postura expuesta en el párrafo primero de esta entrada. O, para
decirlo más claramente, mienten como bellacos (como lo que son).
Cuando hablan de la presión fiscal o del precio de las cosas omiten decir que los sueldos en Europa -es con el otro lado de los Pirineos con quien suelen hacer las comparaciones- son más elevados. Y cuando Egolanda se marca como objetivo el que los sindicatos participen en los consejos de administración de las empresas, y para apoyar su postura afirma que esa medida funciona en Alemania, se me ocurren dos respuestas rápidas: la primera, que Alemania (y, asumo, sus sindicatos también) es un país serio; la segunda, que los sindicatos participen cuando arriesguen su dinero.
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