Las supuestas inquietudes o preocupaciones sociales de la izmierda española sólo son eso, supuestos y nada más. Porque sólo tocan el tema cuando el tema les beneficia, y cuando les perjudica o, sencillamente, no van a sacar rédito de él, callan como peripatéticas.
Es el caso de las
agresiones en grupo -por no decir violaciones- a mujeres, de las que nada dicen
cuando son perpetradas por extranjeros, no digamos ya si son musulmanes, como
suele ser lo habitual (ojo, que no digo que los musulmanes se dediquen a
violar, sino que en bastantes casos los violadores son musulmanes).
O con la violencia en el
ámbito familiar, asesinato de hijos incluido, que es gravísimo cuando el que lo
comete es un varón (y lo es), pero ni se menciona cuando la asesina es una
mujer.
O con las agresiones a homosexuales, que ponen el grito en el cielo si ocurren en territorio gobernado por la derecha, a la que acusan poco menos que de instigar la NoCHefobia -no hablemos ya de pedir perdón, cuando la agresión se demuestra fingida, por haber puesto el grito en el cielo-, pero que ni comentan cuando tienen lugar ocho asesinatos, en los que la víctima era homosexual pero que tuvieron lugar en territorio dominado por los recogenueces.
Entonces, si acaso, son ocho casos aislados, para nada un clima de odio casi institucionalizado.
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