Dice el viejo adagio latino que errar es humano. Alguien añadió lo de perdonar es divino; otro con peor leche apostilló que echarle la culpa a otro es más humano todavía; y yo añado -no recuerdo haberlo leído en ninguna otra parte, pero tras dos milenios no pretendo ser absolutamente original- que perseverar en el error es de estúpidos.
En realidad, tengo que
hacer dos matizaciones. La primera, que Einstein dijo que es necedad el pretender
conseguir, siguiendo los mismos pasos, un resultado distinto. Y la segunda que,
rebuscando en Wikipedia, me he encontrado no sólo con dos posibles autores de
la frase (Séneca el de siempre y Cicerón), sino que la expresión
completa es errare humanum est, sed perseverare diabolicum (es decir, literalmente,
errar es humano, pero perseverar es diabólico), lo que vendría a
demostrar que las grandes mentes tendemos a pensar igual.
Tras el batacazo que la
izquierda en general y los de la mano y el capullo en particular se han pegado
en las recientes elecciones regionales andaluzas, una persona inteligente
habría reflexionado y, quizá, habría llegado a la conclusión de que, además de
un componente de buena gestión por parte del gobierno de centro derecha -no era
difícil, por otra parte, mejorar lo hecho durante casi cuatro décadas por la
izquierda al Sur de Despeñapedros… huy, perdón, quería decir Despeñaperros-,
habría un cierto castigo a la política seguida por el desgobierno socialcomunista
que tenemos la desgracia de padecer en relación con la economía, la pandemia, el
compadreo con los asesinos terroristas de la banda vasca de ultraizquierda o los
favores a los golpistas catalanes; y, tras esa reflexión, habría rectificado de
alguna manera.
Pero el psicópata de La Moncloa es soberbio, o malvado, o -probablemente- las dos cosas a la vez-, y por ello, apenas dos días después de las elecciones, se sabía que se habría retomado el contacto entre el ejecutivo nacional y el regional catalán para preparar un encuentro entre Sin vocales y ese político que, sin pretenderlo, demuestra palmariamente con su apellido cuales son las verdaderas raíces históricas, y no histéricas, de Cataluña.
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