En la definición de sir Winston Leonard Spencer Churchill -ese racista, imperialista, borracho y tantas cosas más, pero que plantó cara a un vegetariano amante de los animales y galante con las mujeres-, un fanático es alguien que no puede cambiar de opinión y no quiere cambiar de tema.
Y da lo mismo lo que
hagan la realidad y los hechos; tozudos como son, los fanáticos lo son todavía
más. Y en el desgobierno socialcomunista que tenemos la desgracia de padecer
abundan los embusteros, los psicópatas, los egoístas, los sectarios, los estúpidos
y, también, los fanáticos.
Porque han creado un ninisterio
para la transición ecológica, pero no dicen hacia qué transitamos. Y en el
camino, estos ecolojetas sandía -en la feliz definición de Alfonso
Ussía, verdes por fuera y rojos por dentro- han conseguido dejar a España fuera
del plan estratégico de la Unión Europea en relación con el gas, ya que las
instituciones comunitarias financiarán a Italia como proveedor.
Con éxitos como éstos, quién necesita fracasos…
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