Hay un refrán español, o un pasaje de la Biblia, o algo -vale, lo he comprobado: es un pasaje de los Evangelios sinópticos (Mt 12.25, Mc 3.24-25; Lc 11.17)-, que dice que una casa dividida no puede sino caer.
Y eso es lo que le
ocurre al desgobierno socialcomunista que tenemos la desgracia de padecer. El psicópata
de La Moncloa cometió un error mayúsculo al meter a los neocom en su
gobierno, y éstos uno de parecida entidad aceptando entrar. El primero, no por romper
la palabra que dio (que también), sino porque ambas partes persiguen lo mismo:
el poder, con exclusión de cualquier otro. Los segundos, porque expuestos a la
luz pública se iba a ver que su capacidad de gestión no es que sea nula, es que
es menor que cero, negativa, ruinosa; y, además, en gran parte siguen
comportándose como los alborotadores callejeros que la mayoría de ellos son,
sin reparar en que se han convertido en parte de esa casta a la que
criticaban y a la que decían combatir.
Y claro, cuando metes un
escorpión en casa, pasa lo que pasa. Y lo que pasa es que el alacrán, fiel a su
naturaleza, no puede evitar picar. Y como está en casa, es probable que sepa de
ti más de lo que te gustaría. Y cuando el portavoz neocom sugiere que el
moro gurrumino podría haber chantajeado a Sin vocales (recordemos, el
espionaje de su móvil…), en el entorno de Pierre Nodoyuna lo tienen
bastante crudo: si lo reconocen, malo; si lo niegan, nadie les va a creer,
aunque sea mentira; y si rehúsan comentar las acusaciones, que es lo que al final ha sucedido, se recurre al refranero español.
Quien calla, otorga.
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