Cuando uno consigue un
doctorado en economía, no ya copiando la tesis -que algo se aprende de copiar
cosas, como bien sabemos todos los que hemos pasado apuntes a limpio- sino
encargando a otros que se la fabriquen, lo habitual es que, por mucho cumlaude
(sí, lo sé, lo he escrito todo junto, pero ha sido a propósito) que se obtenga,
no se tenga ni idea de la materia.
Si a eso unimos la
ideología socialista del sujeto, acostumbrados a creer (con una fe que para sí
quisieran los fanáticos más recalcitrantes de cualquier confesión religiosa)
que la realidad se acomoda a sus afirmaciones, no es de extrañar que todas sus
ocurrencias estrella acaben, más bien, estrelladas. O, como diría
alguien que conozco, escorromoñadas.
Y eso es lo que ha
ocurrido con el plan estrella del psicópata de La Moncloa para rebajar
en un cuarenta por ciento el importe de la factura de la luz. La ministra
Despeluchada rebajó las expectativas a un magro quince por ciento, y los
expertos dudaban -el tiempo les ha dado la razón, y de qué manera- que llegara
siquiera a esa cifra.
Con lo fácil que habría sido, por ejemplo, bajar impuestos, recurrir a la energía nuclear, pasar del recargo por las sedicentes renovables…
No hay comentarios:
Publicar un comentario