Cuando todavía era magistrado en la Audiencia Nacional, Fernando Grande Marlasca -tal es su nombre de nacimiento, sin guiones ni grafías extrañas al español- se ganó un cierto prestigio al instruir causas contra la banda asesina vasca de ultraizquierda.
Sin embargo, devenido ninistro
Pekeño, ha demostrado ser un sujeto cobarde, miserable, ruin, rastrero,
ambicioso y, en resumen, falto de escrúpulo moral alguno. Tan pronto se suma al
uso sectario que el colectivo NoCHe hace de sus mamarrachadas anuales
como veta la presencia de Su Majestad el Rey de España, a quien Dios guarde
muchos años, en el homenaje a los guardias civiles que lucharon contra la
antedicha asociación criminal, o discrimina a la Benemérita con la oferta de plazas de ingreso más baja desde 2.016.
Le mandaría a tomar por donde amargan los pepinos, de no ser porque, probablemente, le procurara placer.
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