Otro de los rasgos comunes entre izquierdistas y separatistas periféricos es su afición a achacar a los demás aquellos rasgos -en general, negativos- de los que ellos mismos adolecen.
Así, los golpistas
catalanes repiten sin cesar el mantra de que España roba a Cataluña -por
difícil que pueda resultar que el todo robe a una de las partes-, cuando en
realidad ha sido la industria catalana primero, y la clase política regional
después, la que, cual garrapata insaciable, se ha dedicado a aprovecharse de
las ayudas del resto de España.
Y hace algo más de una
semana la asamblea legislativa regional aprobó una proposición que acusaba a
Israel de cometer un crimen de apartheid con los palestinos. Ellos, que
consideran a los hispanoparlantes poco menos que bestias de dos patas. Ellos,
que impiden que los padres puedan educar a sus hijos en la lengua que desean,
si esa lengua es el español. Ellos, que multan a los comerciantes que rotulan
sus negocios en español. Ellos, que atacan y vituperan cualquier símbolo que haga
referencia o remotamente recuerde a España.
Ellos.
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