Una muestra de que el Partido Popular está saliendo de la crisis en la que su anterior presidente le sumió es el hecho de que no cae en las trampas que le tiende la izmierda.
Y si ayer comentaba que la
presidente del consejo de gobierno de la comunidad de Madrid declaraba que no
pensaba cambiar sus políticas, hoy toca mencionar que el líder nacional, con
una claridad impropia del gallego arquetípico, ha dedicido no optar entre los
(teóricos, según los giliprogres) dos modelos -el más duro de Madrid y
el más tibio (y, por tanto, más del gusto del rojerío, o menos del disgusto) de
Andalucía-, porque los dos son parte del PP.
Sólo faltaría que la derecha siguiera haciendo lo que la izquierda quiere que haga.
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