El indulto es una medida que debería ser excepcional y responder a criterios de clemencia o, visto de otra manera, de verdadera justicia. Y uno de los requisitos, como en el sacramento cristiano de la penitencia, debería ser el arrepentimiento y el propósito de enmienda.
Ninguna de estas cosas -clemencia, verdadera justicia, propósito de enmienda, arrepentimiento- opera cuando el desgobierno socialcomunista que tenemos la desgracia de padecer indulta a alguien. Lo suele hacer por interés propio, como en el caso de los golpistas catalanes, o por sectarismo ideológico, como en el caso de la secuestradora de niñas cuyo indulto parcial apoya la fiscalía, aunque la delincuente no se arrepienta de nada.
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