Vivimos en España una suerte de despotismo iletrado. Es decir, no sólo el desgobierno socialcomunista que tenemos la desgracia de padecer es, como buen aquelarre marxista, un contubernio dictatorial, sino que entre todos juntos no llegan a media neurona, redondeando por lo alto.
Y así, incluso cuando
proclaman que hacen algo y aducen determinadas razones, lo habitual es que el
resultado final sea el diametralmente opuesto a aquel que, a grandes voces y con
golpes de pecho, afirmaron perseguir.
Es el caso de ese
engendro -llamarlo aborto sería más acorde a la línea de ¿pensamiento?
de quienes la han excretado- legislativo conocido como ley del sólo sí es sí
(propongo llamarla ley Tinaja, que es más corto y mucho más
identificativo de la descerebrada sectaria e inútil que la ha pergeñado). En teoría,
la norma surgió de la indignación -luego dicen, para lo que les conviene,
que no hay que legislar en caliente- por el llamado caso de la manada
(las sucesivas manadas, cuando sus integrantes han sido extranjeros y/o
musulmanes, no han suscitado pareja indignación).
¿Cuál ha sido el resultado? Pues uno de ellos es que ha acabado reduciendo las penas a los violadores.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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