Hace tiempo, cristalicé por escrito en Facebook una reflexión que, desde entonces, he repetido en multitud de ocasiones. No en la red social del libro de caras, porque hirió susceptibilidades entre mis contactos progres -sí, alguno tengo, e incluso les conozco personalmente y les aprecio-, pero sí en este blog.
Esa reflexión es que los políticos
socialistas españoles no coinciden con la verdad más que por casualidad. Dicho de
otra manera, que mienten más que hablan, que son más falsos que un duro de
corcho, que no puedes fiarte de ellos ni aunque tu vida esté en juego (ahora
que lo pienso, especialmente si tu vida está en juego).
Tomando como ejemplo el lema de
presentación del Partido Socialista ante la sociedad cuando España alcanzó la
democracia -el de cien años de honradez-, hubo dos apostillas: la de y
cuarenta de vacaciones, para señalar que durante el franquismo no hicieron
nada para oponerse al ´regimen; y la de y ni un minuto más, para indicar
que en cuanto empezaron a tocar dinero público se pusieron a trincar (algo que,
por otra parte, está en su naturaleza).
Y es que, en relación cuando el ninistro
Garzón dijo ante las cámaras de televisión que alguien de izquierdas es genéticamente
incapaz de cometer un delito, hay que interpretarlo con arreglo a la premisa
del segundo párrafo. Es decir, que estaba mintiendo como un bellaco. Es decir,
que la realidad es que un político de izquierdas es alguien genéticamente
incapaz de hacer otra cosa que no sea cometer delitos.
Como la que fuera directora general
de la Guardia Civil. Que no digo que ella delinquiera personalmente -eh, si la
excusa le funcionó a la infanta Cristina, ¿por qué no a una plebeya?-, pero
vaya ojo tuvo eligiendo marido. Porque hace diez días saltó la noticia que la Justicia estaba investigando una empresa propiedad del marido de la susodicha.
Y no será la última noticia sobre
el tema, seguro…
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