Una de las matracas de la izquierda actual son los llamados derechos de los animales. Evidentemente, tal pamema está defendida por gente que no tiene ni idea de biología, y muy mala de casi todo lo demás.
Admitamos que los animales pueden
tener sentimientos (cosa distinta y bastante por encima de la sensibilidad). Admitamos
también que, en mayor o menor grado, pueden tener inteligencia; al menos, alguna
que los seres humanos seamos capaces de percibir. Quiero decir: los delfines,
por ejemplo, podrían ser más inteligentes que nosotros pero, al no tener un
modo inteligible de comunicarnos con ellos, no nos es posible determinarlo con
certeza.
Pero lo que carece por completo
de sentido es dar derechos humanos a ningún animal, por semejante a
nosotros que sea y por próximo que se encuentre en el árbol de la evolución. Ni
siquiera a los llamados grandes simios (lo cual es irónico, porque de
ellos sólo dos, el gorila y el orangután, son realmente grandes; los
demás -chimpancés, bonobos y gibones- son normales o, directamente, pequeños),
como pretende el desgobierno socialcomunista que tenemos la desgracia de padecer.
Y es que, para ser titular de
derechos, hay que ser sujeto de obligaciones, y los animales nunca podrán serlo.
Cosa muy distinta es que las personas tengamos deberes para con los animales,
sean estos nuestros parientes cercanos o no.
En eso sí que estoy de acuerdo.
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