Como he dicho ya unas cuantas veces -normalmente tiendo a repetirme, pero cuando llevo más de diez años a ritmo de más de una entrada al día, es algo prácticamente inevitable-, los marxistas españoles son primero marxistas, luego marxistas y finalmente marxistas.
Antes de seguir, un par de
puntualizaciones: en primer lugar, suelo decir socialistas, pero he
ampliado el concepto para incluir a los neocom y demás patulea
izquierdosa; en segundo lugar, ya sé que los de la mano y el capullo abjuraron
del marxismo a finales de los setenta del pasado siglo, pero supongo que sería
como algunos conversos al finalizar la Reconquista, sólo de boquilla.
Prosigo. En la sucesión de fichas
de dominó que ha acarreado la dimisión de quien fuera directora general de la
Guardia Civil, se ha nombrado un nuevo delegado en Madrid del desgobierno
socialcomunista que tenemos la desgracia de padecer. Y ese sujeto, al parecer
-tenía mejores cosas que hacer (cualquiera) que ponerme a escucharle-,
convirtió su toma de posesión en un mitin del gobierno, ante -dice el titular-
el asombro del alcalde de la Villa y Corte y la presidente de la
comunidad autónoma.
No sé de qué se sorprenden, la verdad: no hace más que seguir la estela de sus predecesores en el puesto.
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