Aunque la tontería humana no conoce límites, parece que sí entiende de distancias, y se lo piensa un poco antes de cruzar el charco.
Así las cosas, en una reunión que
se produjo en Colombia -no sé para qué ni, la verdad, me importa en lo más
mínimo- coincidieron la bandera nacional española y la regional catalana,
siendo la primera de mayor tamaño que la segunda. No tendría que haber sido así
-en las comparecencias públicas, la bandera de Madrid ciudad (por poner un
ejemplo) tiene el mismo tamaño que la de la comunidad autónoma, la española o la
de la unión europea-, pero el hecho es que fue.
Y estuvo bien que fuera así,
porque le sentó a cuerno quemado al consejo regional de gobierno, que se
apresuró a difundir una foto en la que se omitían las banderas disparejas. Algo
que sirvió de bastante poco, porque el asistente de Cocomocho se dio la
misma prisa en publicar la misma foto sin recortar, al tiempo que señalaba
-creo: los dialectos del occitano no son lo mío- que todo el acompañamiento
protocolario había sido manifiestamente hostil.
Pues ajo y agua, majetes…
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