Muy de vez en cuando, un izquierdista español -aunque se tengan a sí mismos por inteligentes, suelen ser bastante tontos, en el sentido de que se les ve venir desde lejos… doscientos años, al menos- se despista y suelta una verdad completa, total, palmaria redonda. Como el logo neocom, si lo hubiera trazado alguien que supiera dibujar y no alguien con la mentalidad de un niño pequeño haciendo garabatos.
Tal circunstancia se produce
cuando les asalta el temor a dejar de detentar el poder, lo único que de verdad
les importa. Incluso en tales casos, el odio cainita que se tienen los unos a
los otros -otra cosa que tienen en común con los secesionistas, lleven atornillada
una barretina o una boina- sobrepasa incluso el instinto de supervivencia
(política).
Por eso, cuando el psicópata de
La Moncloa ha lanzado a la tucán de Fene como marca blanca para
aglutinar la izquierda a la izquierda de los de la mano y el capullo, los neocom
se han revuelto como cucarachas panza arriba y, molestos por esta injerencia
socialista en el lebensraum comunista les han señalado que lo importante
es seguir gobernando.
A cualquier cosa llaman éstos gobernar…
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