martes, 25 de abril de 2023

Reflexiones atemporales CLII – Un joven de cincuenta y cuatro años

No, hoy no es mi cumpleaños (aunque sí el de una buena amiga cuya edad no revelaré, que uno es un caballero… para algunas cosas).

Esta reflexión, como la de hace un par de semanas, me surgió mientras estuve teletrabajando por haber dado positivo en el test COVID. De hecho, el test era un multifunción, puesto que también te indicaba si habías contraído la gripe A o la gripe B pero, mira tú por dónde, el único testigo que se activo fue el de la COVID.

A lo que íbamos. Los síntomas no fueron diferentes a los de una gripe corriente y moliente… corriente y moliente en el resto de las personas, porque cuando yo cojo la gripe, o lo que creo que es la gripe, los síntomas son los de un catarro ligeramente fuerte; la única diferencia es que la fiebre me subió, o eso decía el termómetro -uno antiguo, de los de mercurio- por encima de los treinta y nueve grados, aunque me encontrara mejor en esos momentos que cuando marcaba treinta y siete y medio.

Pero, como digo, me encontraba bien. Bajaba y subía escaleras sin problemas -menos problemas al bajar que al subir, claro está, pero eso también me pasaba antes de tener la COVID-, y me movía con soltura. Lo cual me llevó a pensar que no sólo mentalmente (que también, y sobre todo), sino físicamente, me encuentro menos cascado que generaciones anteriores a la misma edad.

Si por genética, por el avance de la medicina, por cuidarme o por una combinación de los anteriores, la verdad es que no lo sé.

¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

No hay comentarios: