Al hilo de lo que contaba en la primera entrada de hoy, hay una circunstancia en concreto en la que los políticos dicen la verdad. Esta circunstancia es cuando hablan, no de los adversarios, sino de los compañeros de partido o, al menos, de ideología.
Como decía el italiano Giulio Andreotti, en
la vida hay amigos, conocidos, adversarios, enemigos y compañeros de partido.
En la misma línea, el alemán Konrad Adenauer señalaba que hay enemigos,
enemigos mortales y compañeros de partido.
Por eso, cuando los ierreceos cargan
contra los jotaporcatos aprovechando la condena por corrupción de Laura
Borrás, perteneciente a los segundos, y señalan que cambian las siglas, pero no las formas, tienen más razón que un santo: la derecha separatista
catalana era corrupta con Jorgito Polluelo, siguió siéndolo con Arturito
Menos, continuó en la línea con Cocomocho y no ha dejado de serlo
con Borrás.
Lo mismo que los ierreceos, fascistas hace nueve décadas y fascistas hoy. Éstos, al menos, no han cambiado de siglas.
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