El psicópata de La Moncloa y su coro de feos acostumbran a decir que, gracias al desgobierno socialcomunista que tenemos la desgracia de padecer, el problema catalán ha desaparecido o, cuanto menos, se ha atenuado en gran medida.
Nada más lejos de la realidad, por supuesto. No sólo porque los políticos españoles de izquierdas mienten -dicen cosas completamente diferentes de la realidad- aunque no lo pretendan, sino porque el juego de los secesionistas catalanes consiste en no parar nunca, en seguir siempre más y más hacia adelante… aunque lo único que tengan delante sea el precipicio.
Como digo: hace dos semanas, el presidente del
consejo regional de gobierno catalán anunció un plan para un referéndum, a
celebrar gobierne quien gobierne en Madrid. Lo cual quiere decir que asumen la posibilidad de que la coalición Fronkonstin no sea suficiente para mantener las posaderas de Sanchinflas pegadas al escaño del banco azul.
Mientras tanto, el valor ya no es
lo que era, porque la presidente de la sedicente y sediciosa asamblea nacional
catalana, a la sazón letrada del departamento de Presidencia del consejo regional
de gobierno, ha manifestado respecto a sus límites para conseguir la
independencia que no quiere ir a la cárcel o tener que fugarse.
Revolucionarios de salón, hay que
fastidiarse…
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