Como digo con frecuencia, socialistas españoles y separatistas periféricos -lleven barretina o boina- tienen tantas cosas en común que es difícil, hasta para un experto, determinar de quién provienen determinadas manifestaciones o actos.
Uno de esos rasgos identitarios de unos y otros es la facilidad que tienen para achacar a los demás los defectos de los que ellos adolecen.
Los socialistas acusarán a los demás de corruptos, cuando ellos son el partido más corrupto y ladrón de la historia de España.
Los separatistas catalanes reprocharán a los demás el incumplimiento de las normas o las resoluciones judiciales, cuando ellos llevan décadas pasándose por el escroto todas aquellas que les molestan o, simplemente, no les gustan.
Y
la banda terrorista de ultraizquierda propone investigar en el Congreso a la
policía y a la Guardia Civil por supuestos crímenes de racismo institucional
cuando, para racistas, ellos.
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