La izquierda española, como los separatistas, se han acostumbrado a que sus actos, sean estos cualesquiera que sean, no tengan consecuencias entre los Pirineos y Gibraltar.
De puertas afueras, sin embargo,
las cosas son muy distintas. En las relaciones internacionales -como debería
ocurrir también en las nacionales, pero en esto España también es diferente, al
menos bajo la égida del desgobierno socialcomunista que tenemos la desgracia de
padecer- rige el principio de pacta sunt servanda o, como decíamos de
pequeños, lo prometido es deuda.
Y si se incumplen las promesas,
esto es, si no se pagan las deudas -algo en lo que España ocupa la segunda
posición a nivel mundial, por detrás sólo de Venezuela y seguida por Rusia,
vaya dos referentes-, te embargan. Como ha ocurrido con el edificio que es la sede del Instituto Cervantes en Londres por los impagos decididos por el psicópata
de La Moncloa en relación con las llamadas energías renovables.
Y no será el último…
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