Si hay un partido político en España al que le es consustancial la corrupción, el latrocinio, el despilfarro y, en definitiva, quedarse con lo que no es suyo, ese partido es el fundado por Paulino Iglesias Posse, que inicialmente tuvo como emblema un yunque y un tintero y actualmente tiene una mano y un capullo.
Y eso es así a nivel nacional, regional o local. Da lo mismo que el dirigente sea de la línea oficialista o, siempre de boquilla (el que se mueve no sale en la foto), pertenezca al sector crítico: si ha catado poder, habrá pillado cacho. Como le está ocurriendo a Emiliano García-Page, al que acaban de denunciar por un desvío de quinientos millones de euros provenientes de los fondos europeos.
Eso no es un desvío, Emilín: eso
es una circunvalación en toda regla.
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