Los ecologistas de verdad son gente callada y discreta, que desempeñan su labor en silencio y sin alharacas. En cambio, los que están cada dos por tres dando la matraca son los ecologistas coñazo, los ecologistas sandía (verdes por fuera, rojos por dentro) o los ecolojetas.
Ahora descubrimos que, además,
podríamos denominarles ecologilis. Porque hacen unas preguntitas de lo
más estúpido, como denunciar el partidismo del desgobierno socialcomunista que
tenemos la desgracia de padecer al plantear por qué no le meten caña a EmilianoGarcía-Page (presidente regional de Castilla-La Mancha, de los de la mano y el
capullo) si el parque de las Tablas de Daimiel está peor que Doñana.
No hay más preguntas, señoría…
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