Hace casi diez años, los neocom irrumpieron en la escena política como representantes izquierdistas de lo que se dio en llamar nueva política.
Con los naranjitos podía
admitirse tal clasificación. Con los morados, en absoluto. Eran lo más rancio,
lo más antiguo, lo más sectario y lo más criminal de la política española del
último siglo y medio: eran los comunistas de toda la vida, sólo que con un
envoltorio más moelno y más guay.
A muchos de sus votantes
iniciales se les ha caído la venda de los ojos. Cómo será la cosa que ahora que
hay más firmas en contra de la ley animatonta de Juanita Petarda
que votantes en las últimas elecciones municipales.
A ver si vuelven al basurero de
la Historia, que es donde deben estar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario