De acuerdo con el diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, psicópata es quien padece psicopatía, que a su vez se define como la anomalía psíquica por obra de la cual, a pesar de la integridad de las funciones perceptivas y mentales, se halla patológicamente alterada la conducta social del individuo que la padece. De acuerdo con ese mismo diccionario, un embustero es aquel que dice embustes, que a su vez son mentiras disfrazadas con artificio.
Es decir, y vulgarmente, un
psicópata es alguien a quien los demás le importan una higa, y un embustero es
un mentiroso. El presidente del desgobierno socialcomunista que tenemos la
desgracia de padecer responde a ambos términos, luego llamarle psicópata y
embustero no es insultarle, sino limitarse a ser descriptivo.
Porque ¿cómo calificar si no el
hecho de que, ante los impagos de los créditos concedidos gracias a las líneas
de avales del Instituto de Crédito Oficial, con el objetivo de dar liquidez a
las empresas que lo necesitaran de cara a mantener la actividad y no verse
abocadas al cierre en plena pandemia, dicho organismo -dependiente del
Ministerio de Asuntos Económicos-, se estén cursando las indicaciones a los
bancos para que éstos, cuando lleguen los impagos, actúen en primer lugar por el cien por cien contra el patrimonio del administrador, bajo la premisa de que
éste haya hecho una administración desleal de los importes recibidos, o haya
pedido de manera indebida o exagerada los créditos, y que sólo en el caso de
que el patrimonio del administrador de la empresa no sea suficiente, entraría
el aval del Estado?
Pues yo describo al responsable político de tal actuación como embustero y psicópata.
Por ello, y por mucho más…
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