En teoría, los presidentes de las cámaras parlamentarias en una democracia deben ser imparciales, ecuánimes, objetivos. Esto casi nunca es así, claro, y todos barren más o menos para casa, es decir, a favor del partido al cual pertenecen, que suele ser el del gobierno.
En esto, como en todo, hay
grados. Y en esto, como en todo, el desgobierno socialcomunista que tenemos la
desgracia de padecer los ha superado todos. Primero fue borrar del diario de
sesiones el que Cayetana Álvarez de Toledo llamase hijo de terrorista al
hijo de un terrorista. El hijo se enfureció, el terrorista se querelló… y un
juez dio la razón a la hispano-franco-argentina.
Y después, han expulsado de la
tribuna del Congreso de los Diputados a una diputada de Vox por hablar de ETA durante una interpelación de Bildu. Pero si Bildu defiende los ideales y
objetivos de ETA, está integrada por miembros de ETA y no condena los crímenes
de ETA, habrá que concluir que Bildu es ETA.
Aquí ya no se pueden decir ni las
del barquero.
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