El comunismo de raíz marxista es sincero en el sentido de que sigue los actos, que no las palabras de su fundador. Porque Carlos Marx fue un jeta que se dio la gran vida -o lo intentó denodadamente-, nunca como consecuencia de su propio esfuerzo, sino viviendo a costa de los demás.
Con el tiempo, todos los sistemas
marxistas -de la Unión Soviética a Cuba, de China a Nicaragua, de Venezuela a Bielorrusia-
se han comportado siempre igual: derribado el poder anterior -fuera democrático
o autocrático-, una pequeña élite -el partido, aunque en el caso de
China la pequeñez sea sólo en términos relativos- se hace con el poder para, en
nombre del pueblo, liderar la revolución. Y con ese liderazgo acaparan cada vez
más poder, más riqueza, más fuerza y más control.
Por eso, que un militante neocom
le haya dirigido una carta al Chepas y a la tucana de Fene diciéndoles
que no tienen ni idea de combatir la pobreza es noticia sólo por una razón:
porque algunos parece que están dándose cuenta de lo evidente.
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