Un comunista, si no lo es sincero, acabará descubriéndose. Porque nadie puede estar permanentemente engañando a la gente, aunque le vaya la vida en ello. Gente como Marcelino Camacho o Julio Anguita no engañaban a nadie, porque se mostraban tal cual eran: lo que veías era lo que había.
Y si además de embustero, eres
soberbio, lo llevas peor todavía, porque a la que te descuidas te sale el
ramalazo de suficiencia y despectivo, molesto porque el populacho (la gente
a la que se supone que representas y defiendes) ose cuestionar tus actuaciones.
Esto es lo que ocurrió con la
marquesa de Villa Tinaja, que cuando una mujer le recriminó la compra desu chalet en Galapagar respondió que lo había podido adquirir gracias a la
herencia que le dejó su padre y a la ayuda de su pareja.
Además de ser poco feminista -que
una mujer no pueda hacer nada por sí misma, sino que necesite la ayuda, no de
uno, sino de dos hombres-, resulta que compró el chalet antes de la
muerte de su padre, no después; padre que, para remate, era de extracción
humilde, así que poca herencia habría podido dejarle (o era otro comunista raro).
Y por ahí leo que es un bulo; pero basta con quitar el sonido y leer los labios. Y qué decir del lenguaje corporal…
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