En Estados Unidos, tradicionalmente, se ha considerado que la policía, ante un gesto de amenaza, dispara primero y pregunta después. Quizá a continuación les caiga un marrón del quince, pero por lo menos están vivos para recibirlo.
En España ocurre al contrario:
dado el buenismo del sistema penal, que en lugar de castigar el crimen parece
querer reformar al delincuente, unido a la desidia en proporcionar a las
fuerzas del orden un equipamiento adecuado, se producen con relativa frecuencia
incidentes en las que policías son agredidos, heridos o incluso asesinados por
delincuentes.
Es lo que pasó hace una semana en
Andújar, cuando un policía intervino en una pelea entre vecinos y fue muerto. Al
menos, el agresor pagó su crimen, porque fue abatido a tiros por el compañero
del policía muerto.
Policía al que ya de poco le
servirá que sus compañeros clamen por la falta de material y de protocolos claros, y menos aún que el ninisterio a cuyo frente se encuentra el ninistro
Pequeño tenga bloqueada la adquisición de pistolas eléctricas, instrumento
que habría permitido que tanto policía como agresor siguieran vivos.
De hecho, acababa de redactar lo
anterior cuando me he encontrado con que el sindicato de mandos policiales denuncia que la modernización de la policía lleva cinco años en una parálisis total.
Curiosamente, los mismos que el
psicópata de La Moncloa lleva detentando el poder.
No hay comentarios:
Publicar un comentario