A finales del mes pasado se comentaba con fuerza la posibilidad de que el enano hormonado, finalizado su periplo por la ciudad de la luz -demasiado tiempo tardaron allí en darse cuenta de que sus mejores años han pasado, además de que necesita un equipo que juegue para él-, recalara de nuevo en la entidad fundada por un suizo, los colores de cuyo cantón lleva.
Naturalmente, era un bluf. Lo sabía
el enano, lo sabía su padre, lo sabía el estríper aeroportuario y lo sabía
hasta el charnego que entrena al Farça. Lo que no impedía a ninguno de ellos
soltar frases que parecían indicar que todo estaba hecho, que sólo faltaba una
firmita de nada, que era cuestión de días.
Como el charnego, que ilusionado
con la posibilidad, dijo que se daban las condiciones para que volviera. Teniendo
en cuenta la espada de Damocles (una espada negreira) que pende sobre la
entidad, volvería para decir hasta luego, Lucas, y marcharse a un retiro
dorado…
…que es lo que finalmente hizo.
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