Cuando un socialista español hace una afirmación, se puede estar razonablemente seguro de que lo que ha dicho guarda escasa relación con la realidad (que está mintiendo, vamos, aunque dada su proverbial ignorancia, también cabe que estén hablando sin saber de lo que hablan).
Es el caso de los regadíos en la
zona cercana al parque nacional de Doñana. Cuando surgió la polémica, los de la
mano y el capullo se lanzaron como hienas (y que me perdonen los mamíferos de triste
fama) sobre el ejecutivo regional andaluz, a la sazón en poder del PP.
Omiten, convenientemente, que
ellos gobernaron la región durante casi cuatro décadas como si fuera un
cortijo. Omiten, convenientemente, que no hicieron nada por solucionar la
situación. Y omiten, convenientemente, que las hectáreas afectadas se regarían
con aguan superficial, con lo que incluso se aportaría caudal al parque
natural, en lugar de detraerlo del acuífero de Doñana.
Y esto no lo digo yo, lo dice un ingeniero agrónomo, que algo sabrá del tema… vamos, digo yo.
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