Si algo no se le puede achacar a Vox es que sean melifluos en su manera de expresarse. Más bien al contrario, expresan las cosas del modo más directo posible; a veces entran dudas de si lo hacen porque de verdad lo piensan o porque quieren epatar.
En la toma de posesión del
presidente electo de Argentina, el líder de Vox dijo que habrá un momento
que el pueblo querrá colgar a Sánchez de los pies. Frente a esto reaccionaron tanto el PSOE como el PP.
Los primeros pidieron a los
segundos que rompieran los acuerdos de gobierno con Vox por vomitar amenazas
contra el presidente, acusando a Abascal de ser un totalitario que ha
cruzado todos los límites. Imposible poner más falsedades en menos
palabras, como luego indicaré.
El PP lamentó y condenó
las declaraciones, ya que el PP nada tiene que ver con ellas (obvio,
pero excusatio non petita…), e hizo hincapié en que este tipo de polémicas le
vienen bien a Sánchez (una verdad como un castillo, porque si en algo son
maestros los de la mano y el capullo es en retorcer todo para intentar que
juegue a su favor).
Pero hay que hacer una serie de
precisiones. En primer lugar, Abascal no amenazó a nadie, sino que hizo un
vaticinio. En segundo lugar, la imagen remitía inevitablemente al final de
Benito Mussolini, el dictador italiano de ideología fascista.
El fascismo, como cualquiera con
un mismo de conocimiento histórico sabe, es una ideología de izquierdas. Como izquierdistas
(comunistas, en concreto: los marxistas son especialistas en tomarse la
justicia por su mano) eran los que ejecutaron y colgaron boca abajo al duce y
a su amante.
Con lo que, quizá, a quien deberían vigilar en Moncloa es a sus compañeros de gabinete, los cocuquistas, cuya líder es perita en traiciones.
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