Los de la mano y el capullo -los izquierdistas de implantación nacional en general- y los secesionistas catalanes comparten, como no me canso de repetir -aunque quizá sí mis lectores de leerlo-, multitud de rasgos de carácter.
Uno de esos rasgos es el creer
que, como sus fechorías, tropelías y demás ías no tienen consecuencias entre
los Pirineos y Gibraltar, tampoco las van a tener al otro lado de nuestras fronteras.
Y no es así. Afortunadamente.
En su comparecencia como
presidente de turno (nótese que fue presidente porque le tocaba, no porque reuniera
cualquier otro mérito para ello) ante el Parlamento Europeo, el presidente del
Partido Popular Europeo retó al psicópata de la Moncloa a aclarar si respaldaba el señalamiento de los jotaporcatos a los jueces. Naturalmente, Sin
Vocales no respondió a la pregunta.
Quien calla, otorga.
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