De todos los entrenadores del mundo mundial, probablemente el más sobrevalorado sea el calvo melifluo, José Guardiola. Mourinho y Hernández no cuentan, porque quien más los sobrevalora son ellos mismos (el portugués al portugués y el portugués al portugués).
En el caso del catalán acusado de
dopaje -algo que la gente en general olvida-, ha tenido la suerte de comenzar
su carrera al máximo nivel con un equipo en el que coincidieron el jugador más
desequilibrante de los últimos veinte años con la mejor generación de la
historia de la entidad; pasó luego a la apisonadora germana, que ha ejercido un
dominio en su competición nacional que ya quisieran para sí Barcelona o Madrid,
combinados; y ahora se encuentra en un club-estado en el que el dinero fluye
libremente.
A pesar de todo eso, en Barcelona
repitieron sus resultados entrenadores como Luis Enrique, mucho menos
considerado (por los demás y con los demás); en Múnich no logró igualar los
resultados de su inmediato predecesor, más humilde de carácter e infinitamente
más educado; y en Manchester ha necesitado un montón de años y un río de dinero
que probablemente supere el producto nacional bruto de más de un país para
poder alzarse con la máxima competición europea a nivel de clubes.
Y comenzó Diciembre con cuatro partidos seguidos sin ganar. No es que lo lamente, la verdad.
P.D.: Para generar la imagen, pedi un futbolista calvo del Manchester City, con gorro frigio (lo de barretina como que se le escapa a la inteligencia artificial) y llorando. Faltó la barretina, pero la imagen quedó tan genial que me la quedé.
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