Aunque se presentaron como enemigos de la casta y defensores de la gente, los neocom eran, en realidad, lo mismo que los paleocom de toda la vida: una panda de aprovechateguis que querían vivir bien sin dar golpe.
Las posteriores versiones -los neoneocom
y los cocuquistas- son más de lo mismo: profesionales de la política
que, en general -hablo de las cúpulas dirigentes-, no están ahí por los
principios, sino más bien por los finales… los finales de sus espaldas, que
buscan aposentar todo el tiempo posible en las cómodas poltronas de un puesto
oficial.
Por eso, que los cinco diputados neocom
hayan abandonado el grupo cocuquista -a ver si van a tener que cambiar
de operación aritmética como denominación- para pasarse al mixto no se debe a
un prurito ideológico sino a que, simple y llanamente, no les han dado ni un
carguito, ni en el desgobierno socialcomunista que tenemos la desgracia de
padecer ni en el grupo parlamentario.
Y, como en los viejos tiempos, la formación de la tucán de Fene se enteró de la deserción -le sentó como cabe esperar- por la prensa. Mientras los de la mano y el capullo vieron cómo se les complicaban las cosas, ya que para montar el castillo de naipes que le sostenga van a tener que negociar con hasta ocho grupos parlamentarios.
Les prometerán todo a todos y no cumplirán nada de nada, salvo que no tengan otro remedio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario