Los funcionarios, no sólo en España, tienen mala fama: gente que, una vez conseguido el puesto, cobran prácticamente por no hacer nada (o por no hacer prácticamente nada). Naturalmente, esto no siempre es así, ni siquiera es la regla, pero el tópico permanece.
Pero en una economía tan absolutamente
subsidiada como es la argentina -una economía que hace un siglo se encontraba,
según creo, entre las primeras del mundo-, ese tópico es realidad. Cómo será la
cosa que hasta han dado un nombre -ñoquis- a ese grupo de colocados a
dedo que, por no hacer, ni siquiera iban al puesto de trabajo.
Y contra estos ha empuñado la motosierra
(metafóricamente) el presidente de Argentina, una de cuyas primeras medidas es
la amenaza de despedir a un millón de esos funcionarios parásitos.
El país no sé si funcionará mejor, pero que se van a ahorrar una pasta en sueldos, eso seguro.
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