Al progretariado internacional le molesta mucho la práctica del llamado whitewashing, esto es, que un personaje de color (negro o amarillo, tanto da) sea interpretado por un actor blanco. Cuando ocurre lo contrario no son tan pejigueros, e incluso se revuelven, airados, cuando actores negros interpretan personajes que, por el contexto histórico, tenían que ser blancos.
Era cuestión de tiempo que la tortilla se diera la vuelta,
y ha sido la elección de Denzel Washington como Aníbal lo que ha disgustado a Túnez,
cuyo parlamento ha mostrado su desacuerdo con que el caudillo cartaginés se vea
representado como un africano negro.
El mismo rigor histórico, o todavía menos, que cuando hace poco pintaron a Cleopatra VII como negra.
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