domingo, 28 de noviembre de 2021

Cagada

Si antes digo lo de que me echan en cara que no critico a la derecha -o que sólo critico a la izquierda-, antes empiezo a repartir estacazos a diestros y no a siniestros.

El título de esta entrada resume perfectamente la valoración que me sugirió la noticia de que PP y PSOE habían llegado a un acuerdo para la renovación del Defensor del Pueblo, de los cuatro miembros del Tribunal Constitucional que tocaban y del Pleno del Tribunal de Cuentas. En realidad, sólo podía opinar con un poco de fundamento de las dos instituciones de los extremos.

En cuanto al supremo órgano fiscalizador de la actividad económico financiera del sector público, y sin entrar a valorar la idoneidad de los candidatos (o su falta), puesto que la norma sólo requiere quince años de ejercicio profesional y un reconocido prestigio (aunque nadie dice en qué, ni por quién), me llamó la atención que, por primera vez en dos décadas -si no en tres-, no hubiera entre los nuevos consejeros ni uno solo de los cuerpos de la casa. Que, como me ha dicho algún conocido, eso no significa que fuera (o fueran) a barrer para casa, pero ¡qué demonios!, bien está lo que bien parece,

En cuanto al defensor del pueblo, el elegido fue Ñoñilondo Dos, un candidato desde todo punto de vista inapropiado. No sólo estaba en la política activa hasta hace, por así decirlo, cinco minutos, sino que ha cambiado tantas veces de opinión que uno ya no sabe qué opinión tiene. Para remate, en su discurso de toma de posesión prometió actuar con independencia.

Excusatio non petita…

¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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