De un tiempo a esta parte, la estupidez en el lenguaje está alcanzando simas abisales. So capa de no ofender a según qué grupos o sensibilidades, lo que se ofende es el sentido común, el buen gusto y hasta la gramática.
Esto es especialmente agudo -al
fin y al cabo, nació allí- al otro lado del charco, al Norte del Río Grande. Hay
que reconocer que ya pintaban bastos cuando, hará cosa de un cuarto de siglo,
se publicó una edición censurada del Huckleberry Finn de Mark Twain, del
que se habían eliminado todos los nigger con los que se referían a Jim.
Es cierto que, actualmente, este término es tenido por los negros (ni afroamericanos,
ni afrodescencientes, ni gente de color, ni gaitas: negros) estadounidenses
como ofensivo (lo que allí llaman derogatory), y puede que lo sea (como no soy negro, ni estadounidense, no
puedo hablar con conocimiento de causa); pero hace algo más de siglo y medio,
era así como se les llamaba en el Sur de Estados Unidos, que es donde
transcurre la novela.
Desde entonces, la cosa no ha
hecho más que empeorar. La última de la que me he enterado es que ahora emplean
términos gender neutral para referirse a determinadas profesiones, como
por ejemplo, Salma Hayek, actor. Sin embargo, esto plantea dos
problemas. El primero es que actor no es neutral, porque existe un término
equivalente (también en inglés) para las mujeres (actriz; actress en inglés). Si
de verdad quisieran ser neutrales, dirían acting person, o person who
acts.
El segundo es que parece que los
premios se darán a una sola categoría, con lo que tendremos el problema de
siempre: si quien lo recibe es una mujer, siempre cabrá la duda de si lo recibe
por sus méritos objetivos, o porque el jurado no desea ser tildado de machista.
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