Hace cinco semanas, era noticia que el Tribunal Supremo había condenado al diputado neocom Alberto Rodríguez a un mes de prisión por haber dado una patada a un policía.
Era también noticia que las dos
patas del desgobierno socialcomunista que tenemos la desgracia de padecer -esto
es, suciolistos y neocom- habían salvado al susodicho: la condena
llevaba aparejada la pena de inhabilitación para ejercer cargo público, pero
las dos fuerzas citadas permitieron que el canario mantuviera su acta de
diputado.
Cómo serían las cosas que el
Tribunal Supremo se manifestó atónito y perplejo porque el Congreso reinterpretara su sentencia, y calificó también de llamativo
que se sometiera a votación el cumplimiento de una sentencia, que era, junto al
auto de aclaración, muy clara.
Parece que el alto tribunal no es consciente del nivel de
cortedad intelectual que impera actualmente en el palacio de la Carrera de SanJerónimo. Tendrían que haber redactado la sentencia de modo que dijera algo
como el 'rastas', a la calle.
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