En el medio siglo (ampliamente rebasado) de vida que llevo, he comprobado cómo la calidad de los materiales educativos ha disminuido de una forma alarmante. Libros de texto cada vez más delgados, y cada vez porcentualmente con menos texto y más imágenes. Las materias que se enseñaban, en mi época (¡Dios, qué antiguo suena eso!), a una determinada edad, ahora se enseñan más tarde -si se enseñan-, y de un modo más liviano (estoy pensando, sobre todo, en las matemáticas).
Pero cuando ya se me llevan los
demonios es cuando me entero del tratamiento que se pretende hacer de la Historia.
La última, de momento, del desgobierno socialcomunista que tenemos la desgracia
de padecer es la de reivindicar al maquis. Según esta panda de sectarios,
malvados e ignorantes, los guerrilleros lucharon por la democracia, y
así se estudiará en las escuelas.
Vamos a ver: los maquis luchaban contra el régimen de Franco, cierto, pero su objetivo no era traer la democracia a España. Al menos, no tal y como se entendía a este lado del telón de acero. Sí en el sentido que le daban en el otro, las sedicentes democracias populares, que es el nombre que los comunistas dan a sus regímenes dictatoriales porque hasta ellos son conscientes de la verdad.
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