Cuando, tras la sentencia del Tribunal Supremo -manda huevos que, por un delito cometido cuando era un mindundi, tenga que juzgarle el Supremo, que anda que no tendrá cosas más importantes en las que ocupar su tiempo-, la pareja del ex ninistro de Injusticia (esto es, la tercera autoridad del Estado o, por decirlo claramente, la presidente del Congreso de los Diputados) por fin le vio las orejas al lobo (tribunalesco) y procedió a dar efecto a la pena de inhabilitación (es decir, a despojar del escaño al diputado de las rastas), los comunistas reaccionaron como cabía esperar.
Sin embargo, parece que la
judicatura empieza a perder el miedo al desgobierno socialcomunista que tenemos
la desgracia de padecer -o quizá es que le estén viendo las orejas al lobo
liberticida que no es que se nos venga encima, es que ya lo tenemos entre
nosotros-, y el supremo órgano de gobierno de los jueces avisó a Juanita
Petarda que sus ataques al Supremo excedían los límites de la libertad de expresión.
Mientras, el expulsado, en
declaraciones contra Batet y el Supremo, llamaba a la violencia a la que
siempre recurren los comunistas, pidiendo que la rabia se convierta en respuesta (ten cuidado con lo que pides, Albertito, no sea que recibas
alguna dosis de lo que tú recetas, que España empieza a demostrar que está
bastante cansada de vosotros), y los neocom, desatados contra el Consejo
General del Poder Judicial (lo tildaron de ilegítimo y secuestrado),
rebuznaron que el único comunicado legítimo debe ser el de su disolución.
Y un lego en leyes como es Echeminga aseguraba que el Estado profundo
está tan desatado que ya pasa completamente del Derecho. Esto lo dice uno
cuyo único contacto con el ordenamiento jurídico consiste en infringirlo.
Los de la mano y el capullo, mientras
tanto, defendieron a quien, de un modo harto mejorable y parcial, ocupa la
presidencia de la cámara baja, pero evitando comentar las descalificaciones del
patea policías y de su jefa de filas. El susodicho abandonó la formación,
proclamando que le robaron el escaño por no tener apellido compuesto.
En cuanto al recorrido judicial del tema, primero iba a querellarse el partido; luego que no, que se iba a querellar el pelos; finalmente, y al modo del Romance de Sisebuto, luego nadie, luego nada.
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